
Diferentes tipologías de lentes de contacto:
Debemos tener en cuenta, pues, que existen diferentes tipologías de lentes, y que lo realmente importante es seleccionar el más adecuado, el que mejor se ajusta a las necesidades visuales de cada persona y a sus motivaciones (hacer deporte, ir al trabajo, ocasiones especiales…). La clave para que las lentes de contacto resulten cómodas y prácticas, sin causar molestias, es una buena adaptación y un correcto uso, siguiendo medidas básicas de conservación e higiene que permitan mantenerlas en perfecto estado. Los tipos de lentes de contacto más habituales son los siguientes:
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Blandas: Son las más conocidas y se emplean para compensar defectos refractivos moderados en pacientes con miopía, hipermetropía y astigmatismo.
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Semirrígidas: Son más pequeñas, más duras y, por tanto, menos flexibles que las lentes blandas. Se utilizan en caso de astigmatismo muy elevado o irregularidad corneal.
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Híbridas: Son la mezcla de los dos anteriores tipos y se usan cuando no es posible adaptar una lente semirrígida porque el paciente no la tolera, no centra bien o no alcanza las irregularidades periféricas de la córnea.
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Esclerales: Se utilizan en los mismos casos que una lente híbrida y también son aconsejables para pacientes con ojo seco severo ya que, al ser más rígidas y grandes, pueden llenarse de lágrima artificial, creando un reservorio que mantiene el ojo permanentemente húmedo.